Porque tenemos un estilazo a la hora de hacer pan, te proponemos una receta elaborada al 100% con harina de trigo autóctono callobre.
El pan gallego debe contener un mínimo de un 25% de harinas autóctonas (así lo indica su reciente Indicación Geográfica Protegida). Se elabora con harina de trigo callobre -como el que cultivamos por aquí- y el resto con harinas foráneas de mayor fuerza panadera, ya que los trigos gallegos presentan un alto índice de proteína pero débil gluten y baja fuerza o W.
El pan gallego se caracteriza por su alta hidratación y gran alveolado, de ahí que sea necesario utilizar otras harinas de mayor fuerza. Sin embargo, en casa recordamos panes densos y compactos, más parecidos a los de espelta alemanes (¿Será que como muchos gallegos nuestros abuelos emigraron a Alemania e importaron algo de su sabiduría panadera?).
La espelta es uno de los trigos más antiguos, por lo que parece lógico que nuestro trigo callobre no modificado y recuperado, guarde cierta similitud y hermandad con la espelta. La naturaleza, que es muy sabia.
Por eso te proponemos un pan completo y autóctono como el de antes, con el sabor del que hacían nuestros abuelos, pero aunando tradición e innovación como nos gusta, es decir, con opción de amasadora y con fermentación en frío.
INGREDIENTES
ELABORACIÓN
Opción A. Con amasadora:
Opción B. Sin amasadora:
A partir de aquí el proceso será el mismo para cualquiera de las dos opciones (si tenías o no amasadora).
1º – Probablemente la masa este pegajosa (demasiada agua, poco amasado, no pasa nada, es lo normal con este tipo de harinas).
La pasamos a un bol engrasado con un poco de aceite, pero espacio suficiente para que pueda doblar su tamaño y aun nos sobre espacio.
2º – La dejamos a temperatura ambiente y tapada con papel film para que no se reseque, unos 40 minutos y después la metemos en la nevera hasta el día siguiente, sin pasarse de las 12 horas en frío.
3º – Si todo ha ido bien, nuestra masa debería haber crecido.
Si no ha crecido nada, Houston tenemos un problema. Para solucionarlo, la próxima vez que hagamos pan, añadiremos entre 3 y 5 gr de levadura prensada fresca en el amasado en el mismo momento en que añadimos la masa madre.
4º – La sacamos del bol, la cortamos en piezas del tamaño que nos venga mejor y formamos al gusto. La forma más fácil siempre será una bola, pero dependerá de tu pericia.
5º – Como la masa estará fría de la nevera, ahora la dejaremos crecer en pieza. Al calorcito (sin pasarse porque por encima de 28-30 grados se nos dispara y no sale bien), bien tapada si puede ser en algún sitio con relativa humedad. En definitiva, tapada en un sitio entre 26 – 28 grados es perfecto.
6º – Cuando la bola haya doblado su volumen, ponemos el horno a calentar (importante que sea con calor arriba y abajo, a unos 240 grados) y metemos una bandeja con agua en el suelo del horno (para simular vapor, como una cámara de horno de panadería).
7º – Cuando el horno alcance los 240º metemos el pan sobre la bandeja del horno caliente, le damos un corte como nos apetezca, para que haga la greña característica y lo situamos en el horno justo en la balda que esta encima de la bandeja que hemos dejado con agua.
8º – Cocemos el pan durante unos 35 o 40 min, dependiendo del tamaño de las piezas, o si nos gusta más o menos cocido. Eso sí, los últimos 10-15 minutos de horneado, se recomienda retirar la bandeja con el agua y seguir horneándolo incluso con la puerta entreabierta y bajando la temperatura a 200 grados aproximadamente.
9º Por último, lo sacamos del horno y si puede ser lo ponemos en una rejilla, para que ventile bien, aguantará mejor y más fresco después.
¡A degustar y disfrutar!